miércoles, 20 de noviembre de 2019

Crónicas de la Masacre en Senkata

Enfrentamiento entre fuerzas del orden y manifestantes. APG


Por: Jhocelin Caspa Sarzuri*
Jamás en mi vida pensé ser testigo directo de la masacre que ocurrió la tarde de ayer en Senkata (Distrito 8 de la ciudad de El Alto). Movilizaciones que empezaron producto del conflicto político y social que vive Bolivia, y el operativo policial-militar para desbloquear Senkata.
Todo empezó cerca de Zona Franca casi por llegar a la riel, yo me dirigía a mi casa que queda ubicada por Senkata. Es ahí cuando los militares hicieron parar el minibús en el que me encontraba. No obstante, desde Senkata venía un convoy de cisternas custodiado por varios efectivos militares y policiales, pasaron las cisternas de gasolina, diésel y uno que otro camión con gas licuado de petróleo (GLP). De repente, cuando todas las cisternas habían pasado, escucho hablar a un oficial de policía que dijo: HAGAN UNA CORTINA Y VUELVAN!
Efectivamente hicieron una cortina de gas porque todo se volvió blanco, es ahí donde veo los primeros afectados por del gas lacrimógeno, entre ellos estaban jóvenes, mujeres y niños. En ese instante, traté de ayudar en la medida que pude, y decidí avanzar. Entre tanto, a medida que iba avanzando quise comunicarme con mi papá porque dijeron que en la Planta de Senkata la situación estaba tensa, pero la circunstancia impidió que me comunicara con mi familia.  Mientras caminaba, veía a la gente tratar de resguardarse. Había vecinos defendiéndose con lo que podían de la represión militar, pero también había vecinos ocultándose del ataque descomunal de los militares.
En la carretera se observaba a varios grupos de vecinos impotentes a los que había pasado. Al llegar a la Planta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), vi a mujeres, hermanas aymaras arrodilladas pidiendo a los militares que se vayan... Pedían a gritos ¡VÁYANSE...VA A SER PEOR...YA NO NOS MATEN... SI QUIERES MATAME A MI!!
Mire atrás y en una esquina de la carretera había bastante gente, ellos estaban resguardándose de la represión militar y policial que había empezado, es ahí donde pude percibir que ya había rumores de la existencia de un muerto. En ese instante, me encontré con una amiga que no veía hace años, ella se encontraba consternada por todo lo que había pasado y porque una de las mujeres que estaba pidiendo paz a los militares era su mamá. Ella cómo cualquier otra persona se encontraba preocupada por la vida de su madre, quiso acercarse a ella para resguardarla, y en ese momento yo me acerqué a ella para ayudarla. Justo en ese momento, es donde un militar se nos acercó y nos APUNTÓ CON SU ARMA y nos dijo: ¡NO SE ACERQUEN!
En ese instante, sentí mucho miedo por lo que dijo el militar mientras nos apuntaba con su arma.  De repente vi que de la puerta de Yacimientos sacaron una camilla y nos dieron para socorrer el herido de bala que estaba detrás de nosotras. Tomamos la camilla y la llevábamos para socorrer el herido, no tuve el valor de acercarme a ver en qué situaciones se encontraba el joven, así que decidí ver que es lo que estaba pasando en otros sectores cerca de la Planta de YPFB en Senkata. A medida que iba avanzando la situación iba empeorando, cerca de Yacimientos se encontraba una gran cantidad de gente, a la altura de la entrada que existe al municipio de Achocalla. Varias personas trataban de resguardarse de la arremetida de los militares contra los manifestantes. No obstante, hubo personas quienes se defendían con lo que tenían: piedras, hondas, y resorteras frente  a las balas y balines que venían de parte de la represión militar y policial.
Justo ahí llegaron dos o tres Tanques de Guerra, y la gente salto a las barricadas que se habían construidas al lado de Achocalla para protegerse de cualquier represión, porque existían efectivos militares y policiales que sí estaban disparando contra la gente movilizada. Posteriormente, los vecinos que se encontraban decidieron tumbar parte del muro de Yacimientos. El derrumbe del muro de la Planta ya se veía en dos o tres o lugares. En Extranca de Senkata la situación estaba peor. En ese lugar vi más heridos y muertos, la gente no podía como defenderse de la masacre por parte de efectivos militares y policiales.
Después de un instante, vi cuando un helicóptero desde arriba lanzó gases para dispersar. En la Extranca de Senkata existen varios almacenes, tiendas, centros de trabajo y lamentablemente todos tuvieron que sufrir las consecuencias. Personas que solamente venían a buscar algo de alimento, porque ya se estaba sintiendo el desabastecimiento de alimentos, y tuvieron que soportar la gasificación y unirse a las manifestaciones, porque no se puede quedar indiferentes con la defensa de los vecinos, que en muchos casos eran hermanos, amigos y vecinos.
Después de unas horas de la masacre, personal médico tuvo que caminar de un lugar a otro para tratar de socorrer a nuestros heridos. Corrió el rumor de que había gente infiltrada entre los vecinos, todos nos encontrábamos a la defensiva y alerta de una posible nueva represión, mientras tanto se sentía el olor de los gases que no te dejaban respirar y se empezaron a la quema de llantas para poder dispersar el gas lacrimógeno campeaba en toda Senkata. El aire se tornaba un momento negro y en otro blanco. Momentos después, ya por la noche se tuvo la noticia que habían varios fallecidos y más de un centenar de heridos.   

Familiares velan a los cuerpos en la Capilla de Senkata. APG

Así se vivió parte de la Masacre en Senkata el 19 de noviembre del 2019.



*Historiadora.
*Miembro de Warmi: Centro de Estudios de la Mujer.
*Miembro de la Asociación de Historiadores de El Alto.

jueves, 17 de octubre de 2019

Las primeras villas alteñas


Por: Ángel Cahuapaza Mamani*

Fotografía que muestra a El Alto de anteaño. Foto: Carrera de Historia UPEA

Los primeros años del siglo XX fueron fundamentales en la transformación de tierras en El Alto. Los padrones coloniales y republicanos permiten ver que los ayllus y estancias que conformaban El Alto fueron Cupilupaca, Checalupaca, Chinchalla y Pucarani. En algunos casos, los nombres de los ayllus se mantuvieron en el tiempo hasta en las haciendas: la estancia Collpani del ayllu de Pucarani y la estancia Yunguyo de ayllu Chinchalla. Las haciendas localizadas en El Alto, a su vez, fueron: Villandrani, Hichucirca (Jichu - Circa), Tacachira, Ocomisto (Hoko - Misto), Alpacoma, Seq’e, Milluni, Ingenio, Yunguyo, Mercenarios y San Roque. Todas están prácticamente se dedicaban a la producción agrícola y ganadera.
PRIMERAS VILLAS.
Con las primeras urbanizaciones, El Alto comenzó otro tipo de transformación de la tierra. En todos los casos las compras las hacían varias personas y organizaciones, posiblemente 20 años antes de la Reforma Agraria. A principios del siglo XX, El Alto era propiedad de unos cuantos hacendados. Nombres como Julio Téllez, Jorge Rodríguez Balanza, Adrián Castillo Nava, Raúl Jordán Velasco, Francisco Loza y la familia Zalles figuran como propietarios de esas zonas, que hasta la actualidad todavía llevan el denominativo de alguno de sus ex dueños.
Las causas que impulsaron a que se inicien las gestiones para urbanizar las tierras de los hacendados en El Alto fueron, quizás, la instalación de empresas, escuelas y pequeñas industrias. Por ejemplo, la Empresa de Navegación del Lago Titicaca (1912), el ferrocarril La Paz-Guaqui (en lo que en la actualidad es la Ceja), la Escuela de Aviación (1923), las oficinas del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) 1925), el Golf Club de la familia Ormachea (1925) y los galpones de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en 1933.
Entonces a partir de 1940, los hacendados empezaron a lotear sus tierras y de la misma forma a urbanizar sus propiedades. El primero que se deshizo de sus tierras fue Julio Téllez Reyes. Esa zona se llamaría Villa Dolores, que fue creada el 14 de septiembre de 1942. Después de una década, en el contexto de la Revolución Nacional, la base del distribuidor (hoy inmediaciones de la Ceja), estaba ocupada por una cantidad importante de población. Hasta esos años ya existían seis zonas o villas alrededor de la Ceja. En el Sur se encontraban: Villa Dolores, 12 de Octubre, y Bolívar A. En la parte norte estaban las villas: 16 de Julio, Ballivián, y Alto Lima. Los rasgos de estas zonas no fueron las de una ciudad como La Paz, sino más bien se parecían a las comunidades campesinas del altiplano.
CRECIMIENTO.
El imaginario de que El Alto fue una zona alejada y despoblada ya no fue visible a partir de 1960. Y es que a partir de este momento empezaron las dinámicas de movilidad y migración campo-ciudad, en las que existía una explosión urbana, por la cual de a poco se convirtió en urbe. Estas masificaciones, con varios estilos de vida e ideologías, son las que prevalecerán en el provenir de la urbe alteña. Asimismo, la expansión de La Paz y el desplazamiento intraurbano de la población están asociados a la migración a la migración de las familias campesinas de distintas provincias de la región del altiplano y asentamientos de quienes trabajan en La Paz.
Más aun, con el Decreto Supremo 21060 se desencadenaron migraciones en varias regiones. El fenómeno del crecimiento urbano que se experimentó estaba relacionado con el incremento de flujos de migratorios entre 1976 y 1986; el Instituto Nacional de Estadística (INE) señala que para entonces El Alto constituía el 15% de la población paceña. El censo de 1976 indica que la población de Bolivia era de 4.613.486 habitantes, y la región de El Alto estaba conformada por 95.455 habitantes. Entonces la proliferación de zonas se extendió hacia todas las secciones del territorio, como la carretera a Oruro, donde el incremento de urbanizaciones sobrepaso el control de Senkata. Lo mismo pasó con la parte norte de El Alto, en la cual Alto Lima, Rio Seco y Villa Ingenio se expandieron aceleradamente. Después de la creación de El Alto, el 6 de Marzo de 1985 y su elevación a rango de ciudad el 26 de septiembre de 1988, el surgimiento de zonas, villas y barrios se incrementó, dando lugar a más.
A pesar del transcurrir del tiempo los nombres de algunas estancias y haciendas persisten en estas circunstancias, tal es el caso de la estancia de Yunguyo a la zona Yunguyo, las haciendas de Seq’e a la actual zona San Felipe de Seke, Ingenio a la Villa Ingenio, Mercedario a la zona Mercedario, San Roque a la zona San Roque, la zona Adran Castillo Nava que adquirió el nombre de su ex hacendado, Villa Dolores en honor a la esposa de Julio Téllez Reyes, María Dolores, entre otros. En la actualidad El Alto cuenta con 14 distritos, con una población de 848.840 habitantes según el último censo realizado por la INE en 2012.


*Ángel Cahuapaza Mamani es Historiador alteño, trabaja en teorías descoloniales desde el Sur. 
*texto publicado en el periódico La Razón 05/03/20. 
http://www.la-razon.com/ciudades/primeras-villas-altenas_0_3324867487.html